Hace tiempo que viajo siempre en el mismo autobús, he visto todo tipo de situaciones y he conocido a un montón de personas que pasan sin pena ni gloria y os aseguro que lo de estos dos es digno de contarse. Él se sienta al volante al empezar la ruta encendiendo la radio, poco volumen para no molestar a los viajeros, medio sonríe como si se fuera de vacaciones o de fiesta al terminar la jornada, siempre alegre y siempre con una palabra amable para con todos nosotros. Llega a la primera parada, dirige siempre la mirada hacia un punto determinado antes de abrir la puerta. Ella sube siempre la última, como haciéndose de rogar, y a él se le ilumina la cara con una sonrisa. En los ojos de ella se enciende una luz especial y le dirige una mirada cómplice pero sólo se dirigen frases de cortesía. ¿Se niegan lo evidente o existe algo que desconozco?. Me gustaría averiguarlo algún día, y es que pasan tantas cosas en un autobús...
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